por Pedro Mairal
I
A las nueve menos cinco entré en el edificio de la calle Esmeralda. Detrás de un mostrador, un encargado de seguridad me chistó y me preguntó adónde iba.
-A Rossi & Peterson -dije.
-Un segundito -buscó una planilla. Yo notaba que mucha gente entraba sin que los frenaran, quizá porque los conocían, o porque tenían una actitud distinta de la mía; entraban rápido, ensimismados, como quien no tiene ganas de pasar por ahí pero debe hacerlo por lo menos dos veces al día. El guardia me tomó los datos y me dio un carnet con un broche para colgarme de la solapa, que decía “visita”.
-No, no. Vengo a trabajar acá. Hoy empiezo una suplencia en Rossi & Peterson -le dije, devolviéndole el carnet.
Me miró un momento y, con una sonrisa que no me gustó, dijo:
-Muy bien. Adelante. [TEXTO COMPLETO]