Reseñas sobre "Una noche con Sabrina Love"


Diario El País (España), Suplemento Babelia, domingo 1 de abril de 2001

Perdido en la Carretera

La novela fue la brillante irrupción en la literatura de Pedro Mairal

Narrativa: Una noche con Sabrina Love
Pedro Mairal
Anagrama Barcelona, 2001, 146 páginas. 1.800 pesetas

Javier Calvo

En otoño de 1998, un jurado compuesto por Bioy Casares, Roa Bastos y Cabrera Infante adjudicó el recién fundado Premio Clarín de Novela (el Planeta argentino) a un desconocido de 28 años por la historia de un adolescente que recorre el país para acostarse con una actriz porno. Dos años más tarde se estrena la versión cinematográfica Una noche con Sabrina Love, de Alejandro Agresti, y la novela se publica en España, con la salvedad de que Pedro Mairal ya no es desconocido y se dedica a la poesía (!), con cierto éxito.

Es una novela ganadora casi desde la primera página. El protagonista de 17 años, Daniel Montero, trabaja en un frigorífico de pollos en un pueblo perdido e inundado -de la provincia de Entre Ríos, en la Argentina rural. Para combatir el ostracismo horroroso de su comarca, piratea la emisión de la tele por cable, donde descubre a Sabrina Love, la estrella porno. Cuando gana un concurso telefónico cuyo premio es pasar una noche con Sabrina, Daniel lo deja todo y se va haciendo autostop a Buenos Aires. En el camino atraviesa aventuras tan diversas como aberrantes: es atracado por unos soldados, adoptado por obreros de la construcción, intima con vagabundos y camioneros. En la capital, aterriza en un carnaval gay e incluso acaba encontrando una novia serendípica antes de su heroica velada con Sabrina (que, obviamente, no sale como Daniel esperaba).

La combinación de planteamiento afortunado y desarrollo hábilmente mesurado recuerda el debut sorprendente de hace un par de años de Magnus Mills con El encierro de las bestias. Como Mills (discípulo descarado de Roddy Doyle), Mairal lleva a cabo una sátira proletaria cimentada en los diálogos, en la representación humorística delas pequeñas perversiones del pueblo llano y en el conocimiento preciso de la museística pop. En sus pasajes más descabellados, Mairal es sutilmente surreal: véanse los episodios de la anciana que ve la tele como un artificio casi religioso, el taxista que enloquece en plena carrera o la transformación simbólica del protagonista en espantapájaros en la fiesta gay. El resto del tiempo, Mairal es un analista mordaz de las costumbres de su sociedad, incluyendo rasgos locales que conectan su discurso con la tradición argentina. El libro puede leerse, además de como relato paródico de iniciación, como comentario humorístico acerca de la relación (podría llamarse interplanetaria) entre la Argentina periférica y el poschic de Buenos Aires, que envía a la provincia señales fragmentarias y no siempre entendidas. En otro nivel, cuesta no percibir cierto ennui en la representación descabellada y feroz de la precariedad pasmosa de la Argentina actual.

Su discurso recuerda la novelística de Osvaldo Soriano, por su énfasis en los diálogos, el humor y el ritmo de la prosa, y por la parodia de elementos de novela de carretera y la figura del héroe perdido en la pradera (metáfora cuasi nihilista del país). Igual que Soriano, Mairal es equidistante respecto a los discursos de la literatura, el cine y la televisión. Y como tal, es apto para la comunicación con el público y para promover el diálogo entre las disciplinas de la ficción.

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Diario Clarín, Cultura, domingo 22 de noviembre de 1998

PREMIO CLARÍN DE NOVELA

LA TRAVESÍA DEL SEXO

NOVELA
Una noche con Sabrina Love
De Pedro Mairal
por GABRIELA LIFFSCHITZ
Cada madrugada, grabado y producido desde un hotel de Recoleta, el "Show de Sabrina Love" se emite por un canal codificado de la televisión por cable. Sabrina desplaza sensual, tersa, su cuerpo poblado por la curvatura de la manipulación, de un lado al otro de la pantalla. Sus ojos enmarcados en pinceladas egipcias, felinas y pestañas postizas, apantallan exuberantes lo sonrojado de sus pómulos.
Esta mujer, que habla con la intención del suspiro, casi un gemido al finalizar cada palabra, es una artista porno que conduce su propio show. En cada emisión se entrega a sus seguidores por completo, como ninguna otra diva de la pantalla.
Sabrina Love no tiene vida pública; mejor dicho, su vida pública se reduce a su actuación en el programa y al souvenir o al recuerdo erótico que atesorarán los privilegiados que pueden pagar para acostarse con ella en uno de los cuartos del mismo hotel.
Pero, desde el lanzamiento del concurso "Una Noche con Sabrina Love", su vida pública alcanzará también a la marca indeleble que dejará en la vida sexual del ganador, aunque ella lo ignore.En la era del "0-600, gane lo que sea", la felicidad no sólo pasa por la posesión de premios impensables sino fundamentalmente por el inútil contacto con las estrellas: los personajes mediáticos están lejos de ejercitar una función en el plano de la información, el entretenimiento o la cultura. Se han convertido en seres todopoderosos a imagen y semejanza del deseo de la audiencia. En el premio del concurso de "Una noche con Sabrina Love", en esta realidad que parece la concreción definitiva de "La lotería en Babilonia", no se ofrece ese contacto y su promesa de brillantez por contagio: se lo asegura, se lo profundiza.
Desde Curuguazú, un pueblo de Entre Ríos, Daniel Montero mira ansioso el programa. En sus manos tiene el papel en el que ha escrito el número de participante que le dieron cuando llamó al 0-600 del concurso.
Este joven de 17 años, que por momentos parece tener un claro parentesco con algunos personajes de Pizza, birra, faso, por esa falta de pomposidad, esa naturalidad que nos dificulta pensar que se trata de actores, tiene en sus manos el número ganador.
En relación con sus congéneres, Daniel Montero tiene algunos privilegios: primero, su pieza tiene llave; segundo, dentro de ella y de modo clandestino guarda un televisor color y, tercero, está conectado irregularmente al cable y al canal condicionado que llegan a la zona.
Pero este adolescente tiene, en comparación con sus amigos, una desventaja: aún es virgen. Las novelas de iniciación han sido, desde los orígenes de la literatura un pasaje por la conducta de las épocas y sus costumbres.
En los poemas épicos de la Edad Media los futuros caballeros debían enfrentarse a diversos monstruos, gigantes verdes y dragones humeantes con un objetivo firme: ser hombres o, lo que es lo mismo, ingresar en el sistema de valores sociales de la época.
El fundamento de su iniciación consistía en salvar de estos y otros horrores a bellas princesas o damas de la corte o doncellas de encantadoras voces. En este roce literario con el sexo se escondía la promesa de una noble recompensa: el amor que sellaría el pasaje. Así, en la primera novela de Pedro Mairal, su protagonista, Daniel Montero, deberá enfrentarse a un nuevo sistema de obstáculos. Bestias más modestas y adversidades modernas ubicarán de todos modos a su travesía en el registro de la aventura.
Este caballero secreto cruzará a nado el río y se topará con las injusticias y humillaciones necesarias para llegar hasta Sabrina con el trofeo de haber vencido las pruebas y con un secreto: hacer de su viaje una verdadera iniciación.
Con el número del llamado ganador en el bolsillo, solo y sin dinero, Daniel deja Curuguazú casi sin decirle nada a nadie, casi sin decirse nada. Tal vez pensará que contarlo sería de mal agüero, tal vez se despertará de lo que, a pesar de su aparente indiferencia, parece un sueño. O, lo más importante, tal vez decirlo significará tener que confrontarse, rendir cuentas.
Este pánico a hablar del asunto será roto por él sin embargo a condición de que su interlocutor sea tan ocasional como el encuentro al que se dirige. En una escena brillante, después de haber cometido la infidencia de contar el objeto de su viaje a un efímero compañero de ruta, unos doscientos obreros lo alentarán con hurras y aplausos. Gritarán al unísono, con esa unilateralidad de sentido, esa condescencia solidaria ante la ambivalente desesperación que ofrece, para cualquier hombre, su debut sexual (el hit plebeyo del amor).
En esta novela el monólogo interior no existe: la interioridad del personaje es la novela misma. La ambigüedad, el miedo y el deseo son traducidos hábilmente por el autor al lenguaje de los hechos, la destreza despojada de los diálogos, la insistencia de la dificultad, la sutileza en el humor. En un tono que sorprende por lo natural, marcado por la agilidad y llamativo por lo poco pretencioso, Pedro Mairal nos lleva a presenciar el recorrido -paradójicamente apacible- por las urgencias del joven Montero.
En este orden inalterado, el de la sucesión cronológica no es el quiebre formal dentro de la novela -al fin de cuentas un recurso, un procedimiento o un artificio- sino la naturaleza del hecho -el debut, la iniciación- la que crea una temporalidad ilusoria que prueba ser verdadera, en el diálogo final.
Porque al final el destino siempre es otro, y las ofrendas -sacrificios realizados- insisten en resultar menos inútiles (o más loables según el caso) en el momento de recibir la recompensa de lo que podría llamarse un bonus track. Uno de esos surcos inesperados que siempre depara el amor.

© Copyright 1998 Clarín Digital. All rights reserved.

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El tango al revés

Por Michel Faure

Las historias de Pedro Mairal ponen en escena, con humanidad, las alegrías y el sufrimiento de la Argentina actual.

Daniel tiene dos razones para estar un poco nervioso: es adolescente y argentino. Vive en Curuguazú, un rincón perdido en la provincia de Entre Ríos. Sus padres han muerto, él trabaja en un frigorífico de pollos y el río está desbordado: su breve vida está tan desbaratada como su país. Su televisor, un aparato de origen dudoso colgado ilegalmente del cable porno, le va a cambiar la vida. Daniel, por una vez, sacó el número elegido y ganó un sorteo para pasar una noche con Sabrina Love, la lánguida anfitriona de su programa favorito. Entonces, como un maravillarse, como el fin de la infancia y el despertar a la vida, comienza esta historia que es cómica, tierna, rocambolesca y precisa.

Se desarrolla con un largo viaje a través del norte del país, donde el joven se encuentra con loquitos y menesterosos, con bromistas desesperados, enamorados violentos, un taxista furioso, tipos y modos de la Argentina actual. Se sube a camionetas, a una balsa y a sus sueños, antes de descubrir por fin la ciudad de Buenos Aires, y con ella el sexo, que le sorprende un poco, y el amor, que lo asombra por completo.

Daniel es el héroe de una primer novela lograda, Una noche con Sabrina Love. Su autor es un joven argentino, Pedro Mairal, nacido en Buenos Aires en 1970, cuyo talento y placer de escribir se encuentran también en otro libro, Hoy Temprano, un volumen de cuentos, un feliz desorden de ritmos, de sujetos y de estilos narrativos, todos precisos y honestos. Describen los agravios, las alegrías y el sufrimiento de un pueblo, los argentinos de hoy en día, que atraviesan con humor y fatalismo las traiciones y las ambigüedades de su tiempo. Los recuerdos de los viajes de la infancia, una pareja adúltera, un fin de semana en Uruguay, un muchacho que sobrevivió a un accidente escolar devenido gurú new age, el rol de los recuerdos en el orgasmo de cuarentones sobrealimentados que "ondulan como morsas torpes hacia la orilla"... Pedro Mairal es un autor hilarante y desencantado. No es jamás cruel ni cínico. Un escritor humano, que escribe derecho sobre situaciones torcidas, admirablemente traducido por Françoise Prébois.


L'Express Livres
juin 2004

Tango renversé
par Michel Faure
Les histoires de Pedro Mairal mettent en scène avec humanisme les joies et les tourments de l'Argentine d'aujourd'hui

Puceau et argentin, deux raisons pour Daniel d'être un peu nerveux. Le jeune garçon vit dans un trou perdu, Curuguazu, dans la province d'Entre Rios, ses parents sont morts, il travaille dans un élevage de poulets et la rivière est en crue: bref, sa vie est aussi déglinguée que l'est son pays. Sa télévision, appareil dont l'origine est douteuse et le branchement clandestin sur un câble porno, va lui changer la vie. Daniel a pour une fois tiré le bon numéro et gagne un concours pour passer une nuit avec Sabrina Love, l'hôtesse langoureuse de son programme favori. L'histoire commence alors, comme un émerveillement, un éveil de la vie, la fin d'une enfance, et elle est drôle, tendre, rocambolesque et juste.

Elle débute par un long périple à travers le nord du pays, où le jeune homme rencontre des dingues et des teigneux, des rigolards désespérés, des amoureux violents, un taxi fou furieux, des types aux normes de l'Argentine d'aujourd'hui. Il embarque dans des camionnettes, sur un radeau et dans ses rêves, avant de découvrir, enfin, Buenos Aires, et avec elle le sexe, qui le surprend un peu et l'amour, qui l'étonne tout à fait.

Daniel est le héros d'un premier roman réussi, Une nuit avec Sabrina Love. Son auteur est un jeune Argentin, Pedro Mairal, né à Buenos Aires en 1970, dont le talent et le plaisir d'écrire s'expriment aussi, à travers une grande variété de registres, dans un autre livre, Tôt ce matin, un recueil de nouvelles, joyeux désordre de rythmes, de sujets et de styles narratifs, toutes précises et justes. Elles décrivent les avanies, les joies et les tourments d'un peuple, les Argentins d'aujourd'hui, qui traversent avec humour et fatalisme les trahisons et les ambiguïtés du temps. Des souvenirs de voyages d'enfance, un couple adultère, un week-end en Uruguay, un gamin qui a survécu à un accident scolaire devenu sur le tard gourou new age, le rôle des souvenirs dans l'orgasme de quadragénaires suralimentés, «morses poussifs en direction du rivage»... Pedro Mairal est drôle et désillusionné. Il n'est jamais cruel ni cynique. Un écrivain humaniste, qui écrit droit des situations tordues, admirablement traduit par Françoise Prébois.

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Diario LIBERATION, Francia, 1 de julio de 2004
Literatura extranjera
Argentino sin plata y desplazado
La picaresca en la pampa y el Werther en Buenos Aires, por Pedro Mairal.
Por Philippe LANÇON
jueves 01 de julio de 2004
(Liberation - 06:00)
Pedro Mairal
Hoy temprano.
Traducido al francés por Françoise Prébois.
Rivages, 147pp., 14,50 €.
Una noche con Sabrina Love.
Rivages, 120 pp., 12 €.

En la pampa de la Argentina en crisis, el relato va al galope; bajo todas sus formas, cinematográficas y literarias. Una novela y un libro de cuentos de Pedro Mairal, nacido en 1970 en Buenos Aires, reúnen hoy en Francia la manada. Tanto una como otro nos permiten transitar, a través de historias estremecedoras por su juventud, el conjunto de una sociedad agitada por un movimiento que parece siempre sobreponerse al desastre, con energía y humor.

La novela Una noche con Sabrina Love es de 1998, año en el que recibió el premio Clarín. La eligió un jurado de pesos pesados de la literatura latinoamericana: Adolfo Bioy Casares, Augusto Roa Bastos y Guillermo Cabrera Infante. Votaron un texto que, obligados a leerlo, no los aburrió. Un adolescente virgen de 17 años, que vive solo con su abuela luego de que sus padres han muerto en un accidente, gana un sorteo en un canal pornográfico: pasará una noche con Sabrina Love, estrella sexual del canal. Debe entonces conseguir dinero y viajar a dedo a Buenos Aires donde lo espera el momento temido y soñado . Por el camino, unos soldados lo asaltan y lo humillan, un camionero le ofrece preservativos, un achispado obrero paraguayo lo presenta a sus amigos, unos paisanos a caballo lo despiertan y lo auxilian cuando duerme a la intemperie. En Buenos Aires, descubre que un viejo amigo es homosexual y se enamora de una chica, a quien enseguida le miente para reunirse con Sabrina Love. Ella lo hará perder la virginidad en un hotel por horas con vista al cementerio, antes de ser golpeado por el productor-proxeneta. En una centena de páginas y unos días, la iniciación está cumplida.

Daniel sabe hablarle a las mujeres y su inventor sabe describir, usar las imágenes y los sueños para que sus relatos se deslicen o levanten vuelo. Sabe darle vida, con unas pocas palabras y respuestas, a los personajes que se cruza su delicado Werther, un adolescente retraído en su dolor y en el sentimiento extremo de su soledad. El autor ha dicho que él mismo a esa edad era un “adolescente tardío” y aislado: “Abandoné la carrera de medicina sin saber ni quién era, ni qué quería hacer, ni en qué iba a trabajar”. La poesía, y en particular Los versos del Capitán, de Pablo Neruda, le mostraron el camino. “Descubrí la palabra y el erotismo al mismo tiempo; y a partir de ahí la sexualidad, la sensualidad y la palabra sensual”. Sabrina Love y un buen poema están apenas separados por el espesor de una página lograda.

Publicado en el 2001, Hoy Temprano confirma y desarrolla el talento de Mairal. Ninguno de estos doce cuentos es anodino. Una mujer joven, aparentemente infértil, quema años de análisis médicos antes de reunirse con una curandera en el pueblo de la infancia de su marido. La curandera la duerme a medias y la hace embarazar por su hijo. La mujer no queda descontenta. Una profesora debe contarles el viaje de su vida por Grecia a sus colegas, que la ayudaron financieramente: ella miente a través de clichés, sin decir nada de lo que en realidad vivió y sintió. Dos hombres, víctimas en su adolescencia de un grave accidente de tránsito, son contactados por otro sobreviviente que ellos salvaron en esa oportunidad. Éste, convertido en un vegetariano adepto a la meditación, ha recuperado la carrocería chocada del vehículo para levantar en medio de su jardín el símbolo de su nueva vida. Los otros dos sueñan con aniquilarlo. En cada cuento, los personajes sufren un defasaje, una contrariedad: lo que piensan o sienten se parece muy poco a lo que viven. Pedro Mairal se instala en esa fisura; la describe con sutileza, con ternura y sin palabras de más.

Existe una tradición del cuento en la Argentina : Borges, Bioy Casares, Cortázar. Estos autores revelaron la cotidianeidad de lo fantástico. Los textos de Mairal son menos fantásticos que cotidianos, como en algunos autores anglosajones. El autor es, además, profesor de literatura inglesa y ha publicado dos libros de poemas que no están traducidos : Tigre como los pájaros y Consumidor final.


LIBERATION

Littérature étrangère
Argentin déjanté désargenté
Du picaresque dans la pampa et Werther à Buenos Aires par Pedro Mairal.
Par Philippe LANÇON
jeudi 01 juillet 2004 (Liberation - 06:00)
Pedro Mairal
Tôt ce matin
Traduit de l'espagnol (Argentine) par Françoise Prébois.
Rivages, 147pp., 14,50 €.
Une nuit avec Sabrina Love
Rivages, 120 pp., 12 €.


Dans la pampa de l'Argentine en crise, le récit galope ; sous toutes ses formes, cinématographiques et littéraires. Un roman et un recueil de nouvelles de Pedro Mairal, né en 1970 à Buenos Aires, rejoignent aujourd'hui en France le troupeau. L'un et l'autre permettent de parcourir, à travers des histoires frémissant de la jeunesse du récit, l'ensemble d'une société agitée par un mouvement qui semble toujours dépasser, en énergie et en humour, celui du désastre.

Le roman Une nuit avec Sabrina Love date déjà de 1998. Il reçut le prix Clarín. Dans le jury, trois poids lourds de la littérature sud-américaine le choisirent : Adolfo Bioy Casares, Augusta Roa Bastos, Guillermo Cabrera Infante. Ils ont voté pour un texte qu'ils ont dû lire et qui ne les ennuyait pas. Un adolescent vierge de 17 ans, vivant seul avec sa grand-mère depuis que ses parents sont morts dans un accident, gagne une loterie sur une chaîne pornographique : il passera une nuit avec Sabrina Love, étoile sexuelle du canal. Il doit alors trouver de l'argent et faire du stop pour rejoindre Buenos Aires, où l'attend le moment craint et rêvé. Chemin faisant, des militaires le volent et l'humilient, un routier lui offre des capotes, un ouvrier paraguayen éméché le présente à ses amis, des paysans à cheval le réveillent et l'accueillent tandis qu'il dort à la belle étoile. A Buenos Aires, il découvre qu'un vieil ami est homosexuel et tombe amoureux d'une jeune femme, à qui il ment aussitôt pour rejoindre Sabrina Love. Elle va le dépuceler dans une chambre à néons avec vue sur le cimetière, avant de se faire cogner dessus par le maquereau-producteur. En quelques jours et une centaine de pages, l'initiation est faite.

Daniel sait parler aux femmes et son inventeur sait décrire, utiliser les images et les rêves pour que ses récits dérapent ou s'envolent. Il sait surtout faire vivre, en quelques mots et répliques, les personnages que croise son délicat Werther. C'est un adolescent saisi dans son deuil et le sentiment extrême de sa solitude. Le voyage lui permet d'en sortir. L'auteur a précisé que lui-même, à cet âge, était un «adolescent en retard» et sans relation : «J'allais laisser mes études de médecine sans savoir ni ce que j'étais, ni ce que j'allais faire, ni quel travail serait le mien.» La poésie, et particulièrement les Vers du capitaine, de Pablo Neruda (1), lui ouvrit le chemin : «J'ai découvert la parole et l'érotisme en même temps ; et, de là, la sexualité, la sensualité et la parole sensuelle.» Sabrina Love et un bon poème ne sont séparés ­ ou unis ­ que par l'épaisseur d'une page réussie.

Datant de 2001, Tôt ce matin confirme et développe le talent de Mairal. Aucune des treize nouvelles n'est anodine. Une jeune femme apparemment infertile y brûle des années d'analyse médicale avant de rejoindre une guérisseuse dans le village d'enfance de son mari. La guérisseuse l'endort à moitié et la fait engrosser par son fils. La jeune femme n'en est finalement pas mécontente. Une professeur doit rendre compte à ses collègues, qui l'ont aidée financièrement, du voyage de sa vie effectué en Grèce : elle ment par clichés, ne disant rien de ce qu'elle a vraiment vécu et senti. Deux hommes, victimes dans leur adolescence d'un grave accident de car, sont contactés par un autre survivant, qu'ils ont à l'époque sauvés. Devenu végétarien et adepte de la méditation, il a récupéré la carcasse du véhicule pour en faire, au milieu de son parc, le «symbole» de sa nouvelle vie. Les deux autres songent à l'écraser. Dans chaque nouvelle, les personnages subissent un décalage, un désaccord : ce qu'ils pensent ou sentent ressemble trop peu à ce qu'ils vivent. Pedro Mairal s'installe dans leur fêlure ; il la décrit avec finesse, tendresse, sans mots inutiles.

Il existe une tradition de la nouvelle en Argentine : Borges, Bioy Casares, Cortazar. Ces auteurs ont révélé le quotidien du fantastique. Les textes de Mairal sont moins fantastiques que quotidiens, comme chez certains auteurs anglo-saxons. Il est d'ailleurs professeur de littérature anglaise. Il a aussi publié deux recueils de poèmes, non traduits : Des tigres comme des oiseaux et Consommateur final.

(1) Une belle édition bilingue de ces poèmes d'amour inquiet, publiés anonymement par Neruda en 1951, est éditée par La Renaissance du livre (116pp., 25 €). Traduction de Claude Couffon, illustrations de Gabriel Lefebvre.
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Diario, BUENOS AIRES HERALD, 1998

Profile
Pedro Mairal

‘It’s more than even I imagined’

By Catherine Kirby
For the Herald

Pedro Mairal is still getting used to being recognized in the street. “It is a bit like a dream.” He says. “Much more than I could have wished for or imagined”. And his imagination –he admits it- is very good.

The unimaginable event for Mairal was winning Clarin’s 1998 annual competition for novels, entered this year by the authors of 734 unpublished manuscripts, and with three heavyweight novelists on the panel: Adolfo Bioy Casares, Augusto Roa Bastos and Guillermo Cabrera Infante. And thus becoming front-page news for Argentina’s top-selling daily newspaper.

We met in Pedro’s Barrio Norte apartment, which was quiet, despite being near Las Heras Avenue. In person he looks younger than his 28 years and rather less serious than in the picture here and the one inside the front flap of his winning novel Una noche con Sabrina Love -A Night with Sabrina Love. Slight of figure and soft in speech Mairal has something of the innocence, freshness and candour of his novel’s central character, Daniel.

Yet he is assured and at ease when talking of his trade, and he seems to enjoy concocting metaphors which later on will look good when written down on paper.

“I’ve been writing now for some ten years, short stories and poems,” he said. “I had one book of poems published in 1996, Tigre como los pájaros. When I began my next piece of writing I thought it would be a long short story. Half way through I realized it was turning into a novel. That scared me, but by then there was no going back. It was like swimming across a river: halfway, you realize it’s wider than you thought, but you have to get across.”

Right now Pedro continues to run writers’ workshops at home and at the Universidad del Salvador, where he needs to pass a couple more exams for his degree in literature, and where he works as an assistant teacher.

His career as a writer began with a mistake. After graduating from St.Andrew’s Scots School, he decided to study medicine. Then he started failing at every subject: biology, chemestry, maths. “I was too scared to tell my parents,” he said. “So I’d pretend I was still at University, but instead I’d go to a bar with lots of books and read. Then bit by bit I started writing... I needed to express what was going through my head. I realized that, in some way, poetry and literature were completing me. As a late-spring adolescent, I still felt rather incomplete, lost. That world started helping me tie those lost threads of my personality. ‘It’ found me and I found myself. So at around 21 I began studying literature at the University. A teacher can’t teach you to write, but you learn to become a better reader, to look for what an author does: it’s like turning over a tapestry and seeing where all the knots lie.”

The day after Una noche con Sabrina Love was announced as the winning novel, Pedro was invited to become involved en the cover design and publishing details that led to joint publishers Clarín-Aguilar’s first 20,000 copies of his story. The story of 17 -year- old Daniel from the fictitious town of Curuguazú in Entre Ríos, who finds he has won a competition to spend one night with Sabrina Love, the porn star of an X-rated TV programme. Obstacles in the way of his collecting his prize include floods surrounding his home town and above all his lack of experience in coping with the big city challenges posed by Buenos Aires. In every sense, then, it becomes an initiation.

“I loved the combination of the two themes, my love of travelling by road (“ruta No.14”) and the erotic –not eroticism for its own sake but as a celebration of life. My character leaves his hometown moved in this case by Eros, who the Greeks thought of as “the god who gets things moving. And just as this sent my character on his way, in turn it took me on my way to writing this story. It’s not a soul-searching, philosophical story, just a simple narrative, where my characters have things happen to them. It has something of the poetic, the lyrical in it, some colloquial dialogue... it is visual, it involves all five senses, so readers can almost say they experienced the story, they fill in the empty spaces I’ve left out. I’m no great character drawer –at least not yet!”

Pedro admits he’s been enjoying all the attention. It may take up a lot of his time, but the media attention has been a big learning experience for him, and any way he is sanguine and skeptical enough to believe that it is only likely to happen to him once. From the quiet creature in a corner inmmersed in writing his story, he then emerged into the public glare. The response to his book went beyond his dreams. Or was he really dreaming when Bioy Casares said to him: “I began reading your novel and I couldn’t put it down.”

Mairal reflects as only a good writer can on his own recent past. “My novel was written with no expectations, irresponsibly. Quietly. Then it made its own way, the judges liked it, and from now on things will change me, or my writing.”

Announcing literary aims is one thing. Being able to achieve them is another. And remembering his novel while listening to him talk, you can see how he has been able to fit the action to the word. “You need to know where you’re going,” he says. And as though he’d taken Eliot’s phrase, “In my end is my beggining,” as a precept, he adds: “I like to know where my hero is heading, the goal. Because the end is actually implicit, hidden in the first lines. When you’ve read the whole story, you understand why the first paragraph was written as it was.”

Unlike a novel whose outcome is known to the author, the future events in any human life are full of imponderables. But by now, Pedro Mairal, has undeniably got off to an extremely promising start.

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Diario La Nación, 27 de diciembre de 1998

CONTAR EL DEBUT

Una narración bien construida
UNA NOCHE CON SABRINA LOVE
Por Pedro Mairal

por Pablo Ingberg

Con esta novela, Pedro Mairal acaba de obtener, a los veintiocho años de edad, el premio Clarín, cuyo jurado estuvo compuesto nada menos que por Guillermo Cabrera Infante, Augusto Roa Bastos y Adolfo Bioy Casares. Mairal, profesor adjunto de Literatura Inglesa en la Universidad del Salvador, ya había publicado un libro de poemas que obtuvo una mención en un concurso de la Fundación Fortabat.

Una noche con Sabrina Love es, en la trama de la novela, el premio que el protagonista gana en el sorteo televisivo que se realiza en el programa “El Show de Sabrina Love”, cuya conductora es una porno star del cable codificado. En la escena inicial, el muchacho –un adolescente virgen de diecisiete años- está haciendo zapping a la espera del programa en el que se efectuará el sorteo. Luego de una oración introductoria, una sucesión de breves frases entrecortadas da la idea del rápido cambio de canales, en un hallazgo verbal único en el libro.

Una vez ganado el premio, el joven deja su pueblo de Entre Ríos acechado por la inundación, para emprender un viaje que lo hará pasar por distintos escenarios y circunstancias –el lugar donde murieron sus padres, un robo navaja en mano, un corte de ruta- hasta llegar a Buenos Aires. En casa de otro muchacho, homosexual y oriundo de su mismo pueblo, participará de una fiesta donde circula la marihuana y en la que conoce a una muchachita que lo cita para el día siguiente.

A las cortas pero vívidas postales de la ruta se agregarán otras, igualmente vívidas, de la gran urbe. Tras esas pruebas, el protagonista atravesará la de su debut sexual –su noche con Sabrina-, y le resultará a tal punto decepcionante que lo llevará a considerar más real la versión televisiva de la porno star (en ese truco, Mairal se anota otro poroto). Al fin, Love, prostituta buena, lo lanza ya experimentado al encuentro de un posible amor en su propio idioma: la escena con la muchachita, con esperanza de futuro incluida, que él recordará ya en el camino de vuelta al pueblo.
Fuera de unos pocos flash-backs iniciales que incorporan datos sobre el protagonista, la linealidad de la historia sólo se altera en ese capítulo final en el que se superponen el viaje de regreso y el recuerdo del encuentro con la chica conocida en la fiesta. La narración, por otra parte, está muy bien construida, con un lenguaje conciso, predominantemente informativo, y su rasgo más literario es la fina observación de los hechos, que se presentan por sí mismos, sin comentarios adicionales ni huecas estridencias.

Se trata, en suma, de una novela entretenida que, si bien se adecua prolijamente a tópicos y modalidades acordes con expectativas comerciales (editoriales) de la época, lo hace de manera inusualmente impecable.

© La Nación
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Libros

Un escritor en el prostíbulo

"Una noche con Sabrina Love" llega al cine

La historia es simple, potente y veloz. Tiene una virtud adicional: puede sintetizarse en una sola línea. Un muchacho entrerriano gana un concurso para pasar una noche con una actriz porno. Y punto. No habría que decir mucho más para explicar esta primera nouvelle que Pedro Mairal escribió hace dos años, en apenas tres meses, y con la que, por supuesto, ganó un concurso. Sin embargo, en este caso de nada sirve ser sutil, porque la realidad no lo ha sido. Así que lo primero que le digo a Mairal es cómo fue su larga noche en el prostíbulo literario argentino y lo que me contesta es tan simple, potente y veloz como su historia. Solo dice una palabra: "Ruidosa".

EL LIBRO
Una noche con Sabrina Love es un cuento largo o una novela corta, según se prefiera. Tiene dieciocho escenas que se leen de un solo trago y un estilo compacto, preciso, sin demagogias. Sujeto, verbo y predicado; adjetivos simples; diálogos secos. El lenguaje al servicio de la historia que es vertiginosa, como vertiginoso es todo el universo que muestra.

El relato es, fundamentalmente, contemporáneo. Su formato no. Con clásicos, básicos y elementales utensilios literarios, Mairal echa un vistazo a su época. Su héroe vive en un pueblo paralizado por una inundación. Es huérfano porque sus padres murieron en un accidente de tránsito. Su pasado y su presente están dominados por ese tipo de tragedias arbitrarias que solo dejan víctimas, no culpables. ¿Y el futuro? El futuro es una cuestión de suerte, una prostituta virtual que le sonríe, lejana, prometedora e inciertamente.

Hacia allí viaja Daniel Montero, el virginal héroe de Sabrina Love.

Mairal me cuenta que la idea la encontró mirando en la televisión un programa seudoerótico. La conductora sacaba un sobre y lo que estaba en juego era un viaje al Caribe. "La miré y pensé: lo que tendría que sortear es una noche con ella. Me quedé con esa idea para un cuento, pero recién encontré la trama cuando me di cuenta de que el chico tenía que estar muy lejos de ella. Todavía me acuerdo la alegría que sentí cuando descubrí eso: la distancia. Incluso pensé en situar el relato en los Estados Unidos, porque acá no hay programas con estrellas porno, pero preferí inventar a Sabrina Love y no el recorrido del chico hacia ella. No conozco las rutas de los Estados Unidos, pero sí el interior argentino. Lo recorrí en mis épocas de mochilero."

¿Y cuándo encontraste el tono del relato?

Traté de ser fiel, solo fiel a la historia. Me mantuve en un solo registro, bastante lírico, ágil, visual. La velocidad del relato estaba implícita en lo que tenía que contar. Cuando te movés hacia lo que deseás, vas en línea recta. Sabés lo que querés y no zigzagueás. Daniel Montero va derecho a Sabrina Love y eso le tenía que dar una linealidad total a la primera parte del relato. Es como la linealidad del deseo y, al mismo tiempo, la de la ruta que recorre desde Entre Ríos a la Capital. Por eso no podía haber flashback ni saltos en el tiempo. Ahora, una vez que sucede el encuentro y se deshace la tensión de ese deseo, hay un relajamiento. Por eso aparece en el último capítulo la superposición de dos tiempos narrativos: su regreso en ómnibus al pueblo y los recuerdos de su último día en la Capital.

Pero al estilo de un zapping.

Exactamente. Como el zapping que relato en las primeras páginas, nada más que esta vez en lugar de desfilar escenas de la pantalla, desfilan sus recuerdos. Su nueva realidad.

EL PREMIO
Un año antes de que Pedro Mairal se convirtiera en el Premio Clarín de Novela 1998, los concursos literarios se habían dedicado a consagrar escándalos. El primero había tenido como protagonista a Federico Andahazi, con un relato que escandalizó a Amalita Fortabat porque incluía la palabra clítoris. El segundo opacó la excelente novela de Ricardo Piglia, obligado por Editorial Planeta a concursar, a pesar de haber firmado ya el contrato para editar Plata quemada. Quizá por casualidad, detrás de estos dos autores, estuvo un mismo hombre, Jorge Schavelzon. Quizá también por azar o bien para aprovechar el vacío de prestigio que siguió luego de los escándalos, Clarín se apuró en presentar su nuevo concurso, seleccionando un jurado que espantara sospechas: Guillermo Cabrera Infante, Augusto Roa Bastos y Adolfo Bioy Casares. Lo cierto es que Mairal presentó los originales de Sabrina Love en el momento justo y en el lugar indicado. Y si la oportunidad hace a la suerte, la suya fue casi milagrosa. No presentó Sabrina Love al concurso de Planeta porque la extensión requerida era de 200 páginas y su original arañaba las 152 páginas, apenas dos más de las que fijaba el concurso de Clarín.

Cuando lo consagraron ganador, el fallo resaltó "la frescura que recorre toda la novela, la originalidad de su trama, lo certero de sus observaciones y su sentido del humor", pero fue el especial entusiasmo de Bioy el que lo convirtió en un nuevo niño mimado. El único autor local que durante casi tres meses contó con una página de publicidad semanal en el diario de mayor tirada.

¿También tu viaje hacia la literatura tuvo la velocidad del deseo?

Fueron más bien pequeños golpes de timón que me fueron llevando hacia allí. Pequeños, pero contundentes. Hasta que en mi vida apareció la literatura yo era un inútil.

De Daniel Montero también podría decirse eso.

Sí, y si bien hay cosas mías en la novela no estoy todo yo. A Daniel Montero lo traté más como el hermano menor que no tuve.

¿Y cómo eras vos a los 17 años?

Triste. Fue una época muy triste. La vida de alguien que tiene una vocación muy fuerte, antes de haberla encontrado, es horrible. Y en la novela yo quise reflejar esa soledad.

¿Cómo desapareció esa soledad?

Como no me animaba a decir en mi casa que había abandonado la carrera de medicina, iba todas las mañanas al bar de la facultad a leer. Ahí empecé. Con Borges, con Cortázar, con los intentos de escribir y descubrir ese lugar donde podía meter todas mis contradicciones, a atar mis cabos sueltos, a convertirme en una persona.

¿Y por qué no te animabas a decirles a tus padres que no querías ser médico?

Porque vengo de una familia bastante prolija, con tradición en carreras fuertes: derecho, medicina, administración de empresas. La literatura no era un modelo de vida. Cuando finalmente le dije a mi viejo que iba a estudiar letras me contestó: mi padre hubiese dicho que esa es una carrera para mujeres, pero yo no te lo voy a decir.

¿El premio fue tu mejor respuesta?

Al principio, creo que con tal de que yo estudiara algo ya estaba contento. Ahora, se enorgullece.
LA PELICULA
Una noche con Sabrina Love vendió hasta ahora 20.000 ejemplares y una nueva edición espera alargarle la vida comercial otro tanto. La editorial ya ha maquillado la tapa con una foto de la actriz Cecilia Roth, la porno star de la película que el director Alejandro Agresti está preparando a toda velocidad para golpear la taquilla adolescente en época de vacaciones de invierno.

A Mairal la versión cinematográfica de su historia lo incomoda. Solo pide algo: que el director se haya animado a exorcizar el relato hasta hacerlo propio. Cuando le pido un ejemplo de una película que lo haya logrado, no piensa más que en una: Muerte en Venecia. Como también es mi favorita no me atrevo a contradecirlo, ni a consolarlo. Visconti se tomó el trabajo de bordar allí con imágenes lo que Thomas Mann había cosido con palabras y de toda la película recuerdo muchas bellas estampas, pero solo una frase: "Detrás de toda tendencia solo se esconde mediocridad".

La tendencia aquí es convertir a un joven escritor premiado en un fatigado asistente a tertulias y mesas redondas. Mairal no es la excepción. Desde hace dos años recorre ferias y conferencias con el rótulo de consagrado, mientras en los ratos libres trata de ganarse el pan dando clases de redacción en estudios jurídicos: ayuda a abogados a poner en castellano el obsoleto dialecto judicial. "Estoy tratando de recuperar mi silencio", me dice, como si todo el ruido del mundillo literario lo alejara de lo que más necesita. Recuperarse de la resaca, alejarse del prostíbulo y volver -como Daniel Montero- a ese pueblo de ficción donde no hay festejos. Solo historias.

Mairal trata de explicarme entonces cuál es ahora su verdadera condena. "Soy cuentista", dice. "Mi próximo libro serán cuentos", repite. Y hay algo escondido en ese rótulo, un lamento o una resignación, que no alcanzo a descifrar. "Los editores dicen que los libros de cuentos no venden", me dice entonces. Le menciono que la lista de best- sellers la encabeza Paulo Coelho, le recito la frase de Visconti y le recuerdo que las prostitutas no lo hacen por amor, sino por plata. No conviene, entonces, escucharlas.

Como para espantar la mala suerte, Mairal me devuelve una pregunta:

¿Sabés qué voy a hacer si no me gusta la película?

¿Qué?

Voy a escribir un cuento en donde un escritor asesina a un director. Porque para eso sirve la literatura. Para calmar angustias, inventar consuelos y tener siempre a mano una esperanza.

Por Silvia Schwarzböck
Publicado el 10/06/2000
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"La novela de Pedro Mairal es un relato de iniciación. Sexual en la trama, geográfico en el estilo. Un adolescente baja a Buenos Aires para debutar con la mujer de sus fantasías -la diva porno del título- pero la aventura que el viaje le propone se hace épica por el protagonismo de la ciudad. El libro es el monólogo de una mirada que descubre y sueña, una mirada sincera pero no necesariamente ingenua, fresca pero no exactamente virgen. Esa mirada tiene mucho en común con la del Rulo en Mundo grúa, o la de los protagonistas de Modelo 73 de Rodrigo Moscoso: atenta a los personajes y a las cosas, sensible al placer, temerosa del dolor. Esa mirada define al personaje y es la única guía del lector, el único punto de vista del libro y la que le da fuerza y consistencia a la historia. En eso también se acerca a cierto cine argentino reciente, en la fidelidad a esa aproximación subjetiva, ajena a un saber que señala verdades o saca conclusiones desde una altura superior a la del personaje".

Quintín, "Buenos Aires Versavice", Revista EL AMANTE, Buenos Aires, 10 de julio de 2000