La búsqueda del pasado

(El cultural, Abc, Madrid, 16 de octubre de 2010)


SALVATIERRA
PEDRO M Ai RAL
ElAleph. Barcelona, 2010 136 páginas, 18 euros

La última novela de Pedro Mairal está urdida con un delicado simbolismo. Se lee con tal facilidad que el lector sospecha de que cada detalle está concebido con minuciosa premeditación para contribuir a una trama que quiere ir más allá de lo narrado. La historia sucede en Argentina, a orillas de ese río que la une y la separa de Uruguay, pero podría suceder en Polonia o la India y en cualquier época Sumariamente el argumento transcurre así: tras la muerte de su padre, el protagonista emprende una búsqueda para conocer a aquel Salvatierra del que procede. Pero este resumen freudiano es insuficiente porque con cada detalle que el narrador incorpora descubrimos un nuevo espacio de significaciones. La rumia de Miguel Salvatierra sobre el pasado la alimenta una incómoda herencia: el padre pintó durante años un gran cuadro que, como un larguísimo mural chino, avanza en el tiempo consumiendo metros y metros de tela. En esa magna cinta dibujada con la paciencia de los años está todo: es un gran libro de memorias, una caja de Pandora, un complicado río de imágenes que representa el río del tiempo y, para mayor virtuosismo, simula el infinito, pues el principio y el fin se anudan.

Atmósfera opresiva
Un detalle más: el padre -nuevo Funes-, tras sufrir un accidente con un caballo, quedó mudo: para hablar, pinta. A esa tira casi inacabable le falta un tramo, el que corresponde a 1961. La búsqueda de ese lienzo y lo que revelen las escenas en él pintadas constituirán el centro de la novela. Como en un relato de Kafka, los sucesos ocurren con extraña naturalidad y poco a poco acaban enredándonos en una atmósfera opresiva. Mairal cuenta para transmitirnos los misterios que los hechos mismos suscitan y evita los discursos explicativos. Consigue que las preguntas se agolpen al final de la lectura y que la principal sospecha crezca inquietante: ¿qué sabemos de quienes estamos más cerca.

ARTURO GARCÍA RAMOS